jueves, 15 de mayo de 2008

Volvo P1800 un hito de resistencia en la historia del automóvil

Conducir un vehículo 2.6 millones de millas equivale a someter a un motor a varias miles de carreras en el famoso circuito francés de Le Mans.



Es el sueño de un fabricante y también el del dueño, tener un carro de tan inusuales características para afrontar un castigo semejante. La diferencia es que ganar LeMans brinda fama instántanea y un registro en los records, mientras que corretear solitariamente por 40 años todo tipo de carretera nada más que produce un placer personal, grande es cierto, pero personal, aunque tanto uno como otro ya han tenido sus momentos de reconocimiento, como en el año 2002, al cumplir los dos primeros millones de millas, el vehículo se paseó bajo las candilejas de Times Squares, en Nueva York.


Tal es la hazaña lograda por Irv Gordon, de 67 años de edad, desde junio del año 1966 cuando compró el deportivo Volvo P1800, del cual se sintió enamorado desde que vio por primera vez su bello diseño y su fulgurante color rojo.


El amor fue tan intenso por sacarlo a caminar, que en las primeras 48 horas Gordon le puso 1,500 millas al carro, apenas un adelanto de lo que vendría después.


En 10 años el Volvo de Irv ya acumulaba 500,000 millas, un terreno transitado por muy pocos automóviles. En 1998 con un total de un millón seiscientos noventa mil millas andadas, el Volvo P1800 de Gordon, un maestro de ciencia retirado de East Patchogue, en Long Island, Nueva York, entraba a los records mundiales del libro Guinnes, por un modelo de un solo dueño, no comercial.


Pero Gordon tiene nuevos planes. Su meta ahora es llegar a los tres millones de millas en su Volvo en los próximos cinco años. Pero ahora Gordon tiene dudas. No por el carro, el cual considera todavía en su juventud, sino por los achaques propios de un hombre con 67 años cumplidos.


De todas manera tiene en mente una fecha: julio 15 del año 2012, cuando cumplirá 72 años de edad. Entonces, tal vez, Gordon con su compañero de andanzas tengan un respiro tras andar la infinita distancia de tres millones de millas.

Miguel A Sánchez, East Patchogue/Long Island NY

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